ARQUITECTURA DEL CONCRETO
En un comienzo, el concreto utilizado por los romanos fue una revolución tecnológica en la construcción, al hacer posibles edificaciones magníficas tanto estructural como estéticamente. Un claro ejemplo es el Panteón Romano (127 d.C.), en donde se expone la génesis de la tecnología romana del concreto; su domo central de 43.30 m. de diámetro fue el más grande del mundo hasta la introducción en los tiempos modernos del acero y el concreto reforzado.
Historia reciente Después de mucho tiempo, pasada la época romana, desaparece de la historia hasta la invención del cemento Portland (1824) en Inglaterra. Sin embargo, a finales del siglo XIX, experimentos e investigaciones del material, llegaron a fijar definitivamente sus cualidades y las bases teóricas para su difusión.
Es así como se realizan algunas obras de trascendencia y se reanuda la búsqueda tenaz de los constructores para su utilización, experimentando aún con miedo por la falta de conocimiento profundo de sus ventajas estructurales y plásticas.
Sin embargo, aparece uno de sus precursores, Antonio Gaudi (1852-1926), arquitecto catalán, quien erige uno los edificios más notables y tecnológicamente más avanzados de su tiempo.
Se puede decir entonces, que es hasta los inicios del siglo XX, cuando los arquitectos empiezan a sentir la bondad del concreto y sus condiciones estructurales, dando impulso a la utilización plena y franca de este material.
Obras destacadas Vale la pena destacar al arquitecto Augusto Perret, que no solo hizo del concreto reforzado un material al servicio de la arquitectura sino que puso en práctica la construcción adecuada del nuevo material.
Una de sus obras, la iglesia de Notre Dame De Le Raincy (1922), es probablemente una de las más famosas iglesias modernas realizada totalmente en concreto, en donde incluso fue reemplazada la mampostería tradicional por bloques calados construidos con concreto para generar una libertad estructural y una clara transparencia del interior hacia el exterior.
Podemos hablar también de Freissinet en París; Easton y Robertson, Robert Maillard en Suiza; Pier Luigi Nervi en Italia; Le Corbusier en el mundo; Oscar Niemeyer en Brasil; Saarinen en New York; Paul Rudolf y Félix Candela en México; Minuro Yamasaki y Kenzo Tangue en Japón, para mencionar solo algunos arquitectos e ingenieros que han logrado con el concreto diferentes y avanzadas expresiones.
Le Corbusier por ejemplo, arquitecto suizo, se caracterizó por sus proyectos de grandes bloques representativos con concreto reforzado a la vista y un adecuado manejo estructural en sus edificios altos, de esqueleto liviano y planta sumamente flexible.
De él se destaca, entre muchas de sus obras, la masiva Unidad Habitacional de Marsella, complejo residencial de 17 plantas que descansan sobre enormes pilares en donde el hormigón armado se muestra en toda su expresión.
Es importante destacar también al ingeniero Pier Luigi Nervi, que integró la ingeniería con la arquitectura. De este modo los edificios mejor logrados de Nervi son una incontrovertible fusión de ciencia y arte. Su estética dependía de una enérgica exhibición de los elementos estructurales.
El Palazzeto en Roma (1959), por ejemplo, está cubierto por una bóveda semiesférica integrada por piezas prefabricadas de concreto de casi 60 metros de diámetro. Los apoyos en forma de Y transfieren la carga al cimiento circular en concreto.
El Palazzo Dello Sport (1960) otra de sus obras, construido al igual que el anterior para las olimpíadas del 60, está cubierto por una gigantesca cúpula semiesférica de aproximadamente 100 metros de diámetro con una capacidad para 16.000 personas.
Muestra de esta interrelación ingeniería-arquitectura es la obra del arquitecto Saarinen hijo, la Terminal de la TWA y el edificio de la Terminal, ambos en Nueva York.
En 1967 se construye el edificio en concreto reforzado más alto del mundo en ese momento: El Marina City, obra de Bertrand Goldberg Associates, compuesto en su estructura por dos torres circulares gemelas de 39 metros de diámetro exterior y 60 pisos de altura. Su construcción se hizo de adentro hacia afuera y cada uno de sus núcleos es una columna circular hueca de concreto de la cual arrancan las armaduras radiales para sus entrepisos.
Símbolo continental Ya en 1970, la obra de Jorn Utzon, arquitecto danés: La Opera de Sidney en Australia, tipifica el antirracionalismo que surgió a mediados de la década del 50; un edificio que como la Torre Eiffel o la Torre de Londres, asume el papel de símbolo de una ciudad, si no de un continente, a pesar de que una vez diseñada se creía imposible su construcción dadas sus características.
En el Japón, la llamada tercera generación manejó grandes muros y superficies de concreto, con una relación luz-oscuridad que caracteriza el espacio.
Un claro ejemplo de ello lo manifiesta en sus obras el arquitecto Tadao Ando, quien con este criterio permite al concreto manifestarse en toda su expresión, con colores y combinaciones variadas, o simplemente de forma natural como lo hace en la Capilla sobre el monte Rokko en Kobe (Japón) en donde logra iluminar las superficies de acuerdo con los planteamientos del diseño.
Así podríamos seguir hablando de destacados arquitectos e ingenieros que han dejado inmersas en el tiempo grandes obras que muestran la riqueza del material, pero su descripción sería casi motivo de un libro que expresara detalladamente el importante manejo del concreto en cada uno de estos hitos de la arquitectura del concreto.
Pero sí podemos decir que con el avance de la tecnología, las posibilidades en su manejo se incrementan cada vez más estructural y arquitectónicamente. Infinidad de texturas, colores y formas las vemos reflejadas en edificaciones comerciales, deportivas, civiles y residenciales, con diferentes tratamientos de superficie, con los cuales se pueden lograr estructuras imponentes con agradables acabados en sus fachadas o sencillamente expresivos y cálidos espacios interiores.
Publicación eltiempo.com
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